miércoles, 14 de febrero de 2018

Historia El Muro de Berlín: un recordatorio de las familias destruidas que marcó el final de la Guerra Fría

           
El Muro de Berlín fue un símbolo de una guerra psicológica constante entre dos potencias que peleaban por un territorio destruido.

La guerra no terminó en 1945. Una vez que Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Soviética resultaron victoriosos en la Segunda Guerra Mundial, Alemania y el resto de las naciones que tenía controlada, pasaron de ser naciones destruidas, a territorios en disputa. La alianza que mantuvieron los Aliados durante sus enfrentamientos con los nazis finalizó en cuanto existió la oportunidad de tomar control del debilitado país para mostrar aún más poderío frente al mundo.

Cuando la guerra se dio por terminada, Alemania fue dividida en cuatro zonas de ocupación, tomadas por EU, la RU, Francia y la URSS. Lo mismo sucedió con Berlín, a pesar de estar en territorio Soviético. Mientras que las primeras tres naciones se unieron para llevar a cabo el Plan Marshall –destinado a reconstruir la nación y de darle estabilidad financiera– la Unión Soviética se rehusó a colaborar con el resto, ya que Joseph Stalin, su líder, quería mantener control de la zona y generar un bloque europeo que incluía a Polonia, Hungría y Checoslovaquia.



Esas fueron las bases que motivaron la creación del Muro de Berlín, una construcción que se encargó de dividir en dos partes a una nación destruída. En Occidente se mantenía la influencia capitalista, mientras que en Oriente el socialismo de Stalin dominaba. Su creación representaba la constante lucha entre dos potencias, la separación de familias y mostraba la continuación de una guerra psicológica que aún duraría décadas.

Aunque para fines prácticos Alemania era un país libre, su gobierno estaba influenciado por las otras naciones. A poco de terminar la guerra, el gobierno de Stalin comenzó a presionar a los regentes de la zona soviética a realizar tareas en beneficio de la URSS. De acuerdo con el historiador Gerhard Wettig, aquellos que no acataran órdenes podían recibir sentencias de cárcel, tortura y hasta ser asesinados.

Previo a la construcción del muro, la parte Oriente se vio influenciada por las doctrinas Marxistas-Leninistas del socialismo y para 1948, Stalin se rehusaba a colaborar con Occidente, así que decidió bloquear el paso de su zona de Berlín a cualquier tipo de transporte, incluyendo provisiones de comida; aunque tiempo después lo abrió de nuevo. En 1949 oficialmente se declaró la República Democrática de Alemania, independizándose del resto del país, dejando a la capital dividida. En Occidente se declaró la República Federal de Alemania con una economía capitalista cada vez más próspera.



Posterior a la separación, cientos de miles de ciudadanos comenzaron a emigrar de Oriente a Occidente, principalmente por su descontento con el control soviético en la zona. No era difícil y el país aceptaba refugiados. Aunque en algún tiempo el Este permitía que las familias pudiesen visitar, al notar que muchos no regresaban, decidieron implementar medidas cada vez más extremas.

La crisis principal con la que se encontraron los soviéticos fue que gran parte de sus trabajadores más competentes de casi todas las áreas profesionales emigraron hacia Occidente, ya que notaban que la nación vecina era mucho más próspera. Muchos creen que además del escape masivo de ciudadanos, ese fue el factor principal por el que comenzó la construcción.

El Muro de Berlín comenzó a erigirse en 1961 por órdenes soviéticas, provocando descontento en sus ciudadanos, los vecinos y alrededor del mundo. Miles de familias fueron separadas, algunos trabajadores se quedaron sin empleo, y sólo aquellos con pasaportes de viaje, controlados con atención por el Gobierno, podían traspasarlo. Aunque fue un golpe duro para la nación, su creación representaba algo más grande.



La Guerra Fría llegó a su punto de tensión más alto en ese momento. Estados Unidos y la Unión Soviética mantuvieron fuertes tensiones durante décadas y ese muro era una metáfora de cómo se encontraba el mundo en ese entonces. Cada nación trataba de demostrarle al planeta su poderío y liderazgo; que el tipo de gobierno que eligieron era el adecuado para un futuro próspero. La pelea entre esas fuerzas separó a miles de personas, e hizo que mientras la mitad de un país viviera en la prosperidad del capitalismo, la otra se quedara mirando por la ventana deseando escapar de un socialismo implementado a la fuerza.


La represión en Oriente y en el resto de las naciones bajo el control soviético (Hungría, Checoslovaquia, Polonia) creció durante las décadas posteriores. No existía libertad de prensa ni de expresión, se limitaba la comunicación con cualquier otra nación, se impedía el paso de información y los castigos por traición eran mortales. Por lo que casi 30 años después de la construcción del Muro de Berlín, se llevaron a cabo las Revoluciones de 1989.



Las Revoluciones de 1989 es el nombre que se le da al cambio social que sufrió Europa del Este, al independizarse del control soviético, provocando así la caída de la URSS. Una de esas naciones, era la República Democrática de Alemania.

Primero Hungría decidió eliminar su parte de la frontera, lo mismo sucedió con Austria y Checoslovaquia. Eso permitió que cada vez más ciudadanos del Este pudieran escapar el régimen soviético. Aunque Erich Honecker, el líder de Oriente renunció, su sucesor, Egon Krenz, se rehusó a aceptar el final de una era y no permitió la caída del muro. Sin embargo, al notar que cada vez crecían más las problemáticas, accedió el libre paso de ciudadanos de un lado de Alemania al otro.

Sin embargo, no dijo qué día se llevaría a cabo esa liberación. Günter Schabowski, el líder del partido no tenía esa información cuando iba a dar el anuncio y los ciudadanos pensaron que sucedería de forma inmediata. Los guardias que se encontraban en el muro vieron que sería imposible pelear contra la multitud, así que dejaron que comenzara la caída.



Fueron ciudadanos los primeros en destruir el muro en un proceso que tardó dos años, un periodo en el que finalmente Alemania se reunificó. Oriente abrió sus puertas, permitiendo la liberalización de cada una de las áreas del país y se disolvió en 1990 para darle paso a la República Federal de Alemania, como se conoce actualmente.

Su caída además de marcar esa reunión, simbolizó el final de la separación del mundo en ese entonces. La Unión Soviética cayó, dándole paso a un futuro enteramente capitalista. La Guerra Fría, que provocaba siempre temor de un enfrentamiento nuclear entre Estados Unidos y la URSS llegó a su fin, abriéndole paso así a una nueva era del mundo, que finalmente le dio prosperidad a una nación destruida por la guerra.

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