lunes, 27 de noviembre de 2017

El robo del cerebro de Einstein y otras cosas que sucedieron a los cadáveres de personajes famosos



Secuestro de cadáveres para pedir recompensa, sustracción de cerebros y tumbas violadas: la muerte de un personaje histórico es solo el inicio de un botín envidiado por cientos de personas.

«Prohíbo absolutamente que mi cuerpo sea abierto bajo ningún pretexto», aseveró el Marqués de Sade días antes de su muerte. Charles Dickens pidió algo similar, un entierro sin ostentaciones y en estricta privacidad. Al autor de A Tale of Two Cities (1859) le parecía abominable la adulación de alguien a través de monumentos o cualquier acto en su memoria. El poeta Virgilio exigió en su lecho de muerte que su obra que concentraba la historia de Roma fuera destruida por inconclusa.

¿Qué tienen estas últimas voluntades en común?

Ninguna fue respetada.

El cadáver del Marqués de Sade fue exhumado y su cerebro utilizado para experimentar por psicólogos; a Dickens no sólo lo acompañó un enorme cortejo fúnebre, también fue levantada una estatua en su honor en su natal Portsmouth y la obra de Virgilio es canon y punto de partida para el estudio de la poesía latina. Las voluntades, pasiones y todo lo que acompaña en vida a los humanos se esfuman junto con el último suspiro. A partir de entonces, el cuerpo no sólo es un festín para insectos, abono para plantas y terreno fértil para seguir con el ciclo de la vida; en ocasiones, también es un botín que por distintos motivos puede ser ultrajado. Conoce lo que ocurrió con los cadáveres de algunos de los personajes más memorables en la historia de la humanidad:


John F. Kennedy

A más de medio siglo del último magnicidio que conmocionó a los Estados Unidos, aún existen más misterios que certezas sobre el asesinato de Kennedy. El cuerpo inerte del presidente fue trasladado a Washington donde se le practicó una autopsia; sin embargo, su cerebro se encontró completamente manipulado, con lesiones provocadas y un impacto de bala casi perfecto.

Algunas teorías de la conspiración coinciden en que el cerebro real de Kennedy fue intercambiado por otro para evitar revelar detalles del atentado y las sustancias que consumía en sus últimos días; todas versiones negadas por los organismos oficiales.


Albert Einstein

El hombre que revolucionó la física murió en Princeton a los 76 años de edad, convertido en el científico más reconocido de la historia. Antes de que su familia dispusiera cremar los restos del alemán, un patólogo llamado Thomas Harvey se apropió de su cerebro en una operación encubierta y contra la voluntad de sus hijos y esposa.

Harvey mantuvo el cerebro en un estado óptimo para la investigación, realizó un sinfín de cortes en la superficie, que aseguraba servirían para encontrar la causa de la genialidad del físico. Fue duramente criticado después de que publicara investigaciones sin relevancia sobre el cerebro de Einstein.


Charles Chaplin

El genio del cine mudo murió la noche de Navidad de 1977, al lado de su esposa. Después de los sentidos homenajes, los servicios fúnebres llevaron sus restos hasta el cementerio de Corsier-sur-Vevey, un pequeño poblado suizo donde fue sepultado. La mañana del 2 de marzo de 1978, la tumba del cómico amaneció vacía.

En su lugar, un inmenso agujero daba cuenta de que había sido profanada: se trataba de un par de ladrones, dedicados a la mecánica automotriz, que habían tenido la idea de robar lo que quedaba de Chaplin para pedir un rescate y hacerse millonarios. Gracias a la torpeza de los delincuentes y el temple de Oona O'Neill que se negó a ser extorsionada, el ataúd apareció meses después y fue regresado al panteón del pueblo.


William Shakespeare

«Buen amigo, por Jesús, abstente de cavar el polvo aquí encerrado. Bendito el hombre que respete estas piedras, y maldito el que remueva mis huesos», reza la lápida más famosa de la Holy Trinity Church en Stratford-upon-Avon. La inscripción, dictada por el propio Shakespeare antes de su muerte ha levantado toda clase de suspicacias sobre sus restos.

Una investigación de 2016 concluyó que la cabeza del dramaturgo inglés fue robada en 1794; sin embargo, la verdad se mantendrá oculta hasta que se decida cavar en la tumba, algo que se antoja complicado, pues hacerlo sería faltar a la memoria del autor de Hamlet(1609).

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