Desde
hacía algunos meses sabían que escapar de una muerte violenta les sería
casi imposible. Por aquellos días el temor pasó a ser un componente más
del aire que la mitad de la población de Jedwabne respiraba. En aquella
difícil época muchos intentaron defenderse, pero la masacre ya tomaba
forma propia. Las tensiones lograron que un día la mitad del pueblo
matara a sangre fría a la otra mitad. En medio de la guerra, ese fue el
terrible día en el que los asesinos —más allá de ser hombres anónimos
con uniforme que obedecían órdenes— trabajaban, daban caminatas por las
calles, iban al mercado o a la escuela todos los días junto a los que
más tarde serían sus víctimas.
La
Masacre de los Judíos de Jedwabne permaneció como uno más de los
“secretos a voces” que Polonia guardó durante muchos años. Si se llegaba
a mencionar, se hacía como si se tratara de una atrocidad más de los
nazis contra los polacos durante la Segunda Guerra Mundial. No obstante,
la realidad fue otra aquel 10 de julio de 1941. A tempranas horas de
esa mañana, los varones de ascendencia judía recibieron la orden de
presentarse en la plaza central del pueblo para realizar labores de
limpieza. Como no era la primera vez que este grupo se veía obligado a
realizar dichos trabajos, la orden pasó desapercibida y un número
considerable de hombres acudió al llamado. Sin embargo, las cosas no
fueron como de costumbre: armados con hachas, mazos erizados con clavos y
cuchillos, otro grupo numeroso de hombres “completamente polacos” —como
ellos mismos se denominaban— los rodeó.
El
primer acto, según dicen los testigos, fue el más sencillo de todos: 75
jóvenes judíos fueron elegidos para que cargaran la escultura de Lenin
que los rusos erigieron en el centro del pueblo pocos años atrás;
después, fueron obligados a cavar un hoyo lo suficientemente grande para
que tanto la estatua como ellos mismos una vez asesinados cupieran.
Paralelamente, otro grupo de polacos sacaban a las mujeres, niños y
ancianos de sus casas a golpes y hachazos. A algunos los dirigieron al
río para que se ahogaran “por su propia voluntad”, y a otros los
llevaron a la misma plaza. No había forma de escapar, al espectáculo
acudieron polacos de todas las edades provenientes de aldeas vecinas,
ellos ayudaron a vigilar desde las entrañas del bosque que ningún judío
pudiera escapar del inevitable destino que les arrebataría la vida.
Por
su parte, los ritmos del acordeón y la flauta construyeron la melodía
de horror que se cruzaba con el compás de los gritos y el llanto de las
víctimas. Mil 500 judíos debían ser asesinados aquel día, aunque los
polacos no tardaron en darse cuenta de que con medios tan rudimentarios
como las hachas y los cuchillos sería casi imposible. Había pues que
quemarlos vivos a todos. De esa forma, los judíos que restaban y que no
murieron consumidos por el fuego, lo hicieron víctimas de asfixia.
La
historia anterior se conoce gracias a los testimonios en los archivos
judiciales de la Provincia de Lomza en Polonia que el historiador y
sociólogo Jan T. Gross analizó en su obra Vecinos.
En esta obra Gross plantea que el Holocausto no fue un sólo acto
implementado por los nazis, sino que se conformó de pequeños actos
locales no forzados producto de las tensiones históricas de la región.
La Masacre de Jedwabne no surgió de la nada. El asesinato de esas mil
500 personas tuvo componentes más profundos, de acuerdo con el
historiador Marc Ferro dichos elementos tuvieron relación con el
resentimiento que las sociedades occidentales desarrollaron contra los
judíos desde siglos atrás. Con la expansión del cristianismo en la época
de Constantino, y su posterior popularización en el siglo XII se
consolidó el odio hacia los “enemigos de Cristo” como parte de la
identidad cultural de muchos. La persecución se recrudeció durante la
Edad Media: en el imaginario de las personas se insertó la idea de que
los judíos envenenaban pozos y participaban en asesinatos rituales de
niños y mujeres vírgenes.
Estas
ideas se transmitieron generacionalmente a buena parte de la población
europea cristiana. “Había llegado la hora de pasar factura a quienes
crucificaron a Jesús, nos lo habían enseñado en la escuela”, explicó uno
de los perpetuadores de la masacre de Jedwabne durante los juicios
llevados a cabo ocho años después y resueltos en un solo día —hecho por
el cual Gross deduce que se trató de un caso de poca importancia para la
jefatura de seguridad. ¿Pero se trató de una venganza religiosa
solamente? Las investigaciones de Gross nos dicen que no.
Desde
hacía más de 300 años, muchos de los pueblos en Polonia estaban
habitados por una cantidad considerable de judíos ,cuyas actividades
económicas descansaban principalmente en el sector servicios y en el
comercio. La interacción entre estos y los polacos era armoniosa. Dicha
armonía se debía a que los judíos nunca dejaron de pagar a las
autoridades del ayuntamiento un impuesto especial con tal de asegurar su
protección. Pero en 1939, la Segunda Guerra Mundial estalló, y el 23 de
agosto de ese año Joachim von Ribbentrop y Vyacheslav Molotov
—ministros de asuntos exteriores del tercer Reich y de la URSS
respectivamente— firmaron el tratado de no agresión germano-soviético,
que no era más que la forma en la que se le permitió a Hitler invadir
Polonia sin el riesgo abierto de tener enemigo en el este a la Unión
Soviética.
Los
alemanes invadieron el oeste de Polonia y los rusos el este. Jedwabne
estaba en el este y dado que la mitad de la población del lugar era
judía, un número considerable de personas fue reclutado para trabajar
con la nueva administración soviética. Mientras, un grupo de polacos se
organizaba en Jedwabne clandestinamente a través de las Fuerzas Armadas
Nacionales (NSZ) para echar a los rusos fuera. La organización de corte
nacionalista fue descubierta en 1940 por los soviéticos; sólo hubo
arrestos y unos cuantos papeles desenterrados en el bosque, el lugar
donde este grupo escondió sus manifiestos.
Pero el 10 de julio de 1941
algo más aconteció: ocho miembros de la Gestapo arribaron al pueblo, y
junto con ellos la noticia de que Alemania se apoderaba de esa “mitad
soviética” en Polonia. La presencia de los alemanes en el lugar legitimó
la acción que los polacos cometieron contra los judíos: a los primeros
les convenía mostrar su simpatía hacia los germanos, rechazando todo
aquello que con anterioridad hubiese tenido relación directa con los
soviéticos. Se sabe que los miembros de la Gestapo se limitaron a tomar
fotografías y resguardar a algunos judíos en su cuartel
—paradójicamente, ese día éste fue el lugar más seguro para un judío. La
masacre fue coordinada por el alcalde del pueblo con el propósito de
expropiar los bienes de los judíos: ellos fueron exterminados, peros sus
pertenencias y propiedades quedaron intactos. ¿Qué vino después? De
acuerdo con lo investigado por Jan T. Gross, a partir del 10 de julio la
rutina de administración alemana fue restablecida. Los pocos judíos que
lograron escapar de la masacre fueron encerrados en el gueto de Lomza.
Sólo 12 personas sobrevivieron a la guerra.
Bueno, es realmente desagradable comentar esos sucesos de tantos años atrás, y es probable que jamás conozcamos toda la verdad en eso. Si pudiera darle una explicación a esos actos tan horribles, tan maquiavélicos contra el pueblo judío, tendría que pensar en una sola cosa: es probable que esté relacionado con su rechazo al Cristo, al hijo de Dios, el enviado, el ungido. Y NO por lo que muchos piensan, que es porque lo crucificaron, NO!, no es así, creo que fue por el rechazo de su Salvador y Redentor. Y fueron castigados por varias generaciones, si, hasta la segunda venida de Cristo, pues, Él, se acordará de las promesas hechas a Abraham relacionado con su descendencia, la cual llenaría toda la tierra y serían tan numerosas como las arenas del mar. Por medio de los alemanes, polacos, checos, italianos, o rusos, etc... Da lo mismo, pues, igual los asesinaron y despojaron de todo.....Ojalá algún día todos ellos que participaron de ese holocausto, puedan ser perdonados.
ResponderBorrarEste artículo es un PLAGIO! lo ha publicado Cultura Colectiva y lo he escrito YO. Es una vergüenza la poca profesionalidad que tiene el que haya publicado esto
ResponderBorrarno eres el único plagiado x estos...
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