Guerra de la Triple Alianza: La conocida como Guerra de Paraguay en realidad se trató de un movimiento auspiciado por los incipientes grupos de poder en Argentina, Uruguay y Brasil, motivados por la influencia británica de ultramar para sofocar al único país que presentaba un modelo económico de desarrollo distinto al que perseguían las demás naciones de América Latina.A pesar de estar aislado de las rutas marítimas, en Paraguay el Estado ejercía un papel monopólico que gestionaba nacientes industrias que se acercaban a los ideales de ‘progreso’ y ‘modernidad’ que imponía la segunda mitad del siglo XIX. La educación era pública y gratuita, mientras el gobierno estaba libre de contraer deuda alguna, todo a partir de un modelo centralizado que se concentraba en las exportaciones de productos como el tabaco, la yerba mate y la madera. Después de cuatro largos años de guerra, el triunfo de los tres poderosos países fue evidente y el resultado, catastrófico para Paraguay: la pérdida de más de 300 mil kilómetros de territorio que se hicieron parte de Brasil, la desaparición de la industria nacional y la pérdida de más del 50 % de su población en la guerra más letal y desleal en toda la historia de América Latina.
La separación de Panamá de Colombia y el Canal: La historia oficial narra que a principios del siglo el hartazgo del pueblo panameño, cansado de los abusos cometidos por el centralismo que se ejercía desde Bogotá por la Gran Colombia; derivando en un movimiento que se levantó furioso contra los opresores y en pro de la libertad nacional, consolidando a Panamá como un país soberano.No obstante, el contexto político y la situación geográfica del istmo siempre llamaron poderosamente la atención de los Estados Unidos y Francia, cuyos vínculos políticos e intereses económicos les llevaron a invertir en armamento militar y apoyo a la insurgencia contra Colombia para lograr la Independencia definitiva del país centroamericano. Tan solo dos semanas después de la creación de la República de Panamá en noviembre de 1903, la Junta Provisional de Gobierno representada por Phillipe Bunau-Varilla (ingeniero francés) y el Senado de los Estados Unidos por John Milton Hay, firmaron el acuerdo para la construcción del verdadero objetivo que ambas naciones perseguían desde hace décadas, detrás del discurso liberal que abrazó la revolución: del Canal de Panamá.
La separación de Panamá de Colombia y el Canal: La historia oficial narra que a principios del siglo el hartazgo del pueblo panameño, cansado de los abusos cometidos por el centralismo que se ejercía desde Bogotá por la Gran Colombia; derivando en un movimiento que se levantó furioso contra los opresores y en pro de la libertad nacional, consolidando a Panamá como un país soberano.No obstante, el contexto político y la situación geográfica del istmo siempre llamaron poderosamente la atención de los Estados Unidos y Francia, cuyos vínculos políticos e intereses económicos les llevaron a invertir en armamento militar y apoyo a la insurgencia contra Colombia para lograr la Independencia definitiva del país centroamericano. Tan solo dos semanas después de la creación de la República de Panamá en noviembre de 1903, la Junta Provisional de Gobierno representada por Phillipe Bunau-Varilla (ingeniero francés) y el Senado de los Estados Unidos por John Milton Hay, firmaron el acuerdo para la construcción del verdadero objetivo que ambas naciones perseguían desde hace décadas, detrás del discurso liberal que abrazó la revolución: del Canal de Panamá.
La Operación Cóndor y las dictaduras latinoamericanas: La segunda mitad del siglo XX en América Latina se caracterizó por la presencia de gobiernos dictatoriales en Centro y Sudamérica (con la excepción de la dictadura que funcionó a manera de democracia en México), que en su mayoría, ascendieron al poder a través de golpes militares. Se trató de movimientos reaccionarios y conservadores que en algunos casos fueron apoyados por intereses extranjeros, especialmente estadounidenses para frenar el avance de alternativas al capitalismo en América Latina en plena Guerra Fría. A tal suceso se le conoce como Operación Cóndor: un plan de coordinación, asesoría e información entre las dictaduras de los países de Sudamérica durante los años setenta y el gobierno de los Estados Unidos, a través de la CIA (Agencia Central de Inteligencia) y los organismos policiacos y castrenses que mantenían los regímenes autoritarios en América Latina. Las dictaduras disolvieron las cámaras y la división de poderes pasó a manos del ejército en gran parte de Sudamérica. Al mismo tiempo, la desaparición forzada y los métodos de tortura (aprendidos tanto de la CIA, como de exmilitares franceses que operaron en Argelia como en el caso de la dictadura Argentina) marcaron huellas indelebles en el devenir de las naciones latinoamericanas, con cifras inconclusas que dan cuenta de al menos 50 mil muertos y más de 30 mil desaparecidos solo en Paraguay, Chile, Argentina, Brasil y Uruguay.
La imposición del neoliberalismo: En septiembre de 1973, un golpe de estado acabó de tajo con el gobierno socialista de Salvador Allende, el primer gobierno de izquierda que había accedido al poder de forma democrática. El golpe no sólo significó la puerta de entrada a un régimen de tortura, represión y muerte por 17 años, también constituyó el laboratorio perfecto para la escuela de Chicago, un grupo de tecnócratas y economistas dirigidos por Milton Friedman y Arnold Harberger, impulsores del patrón de acumulación de capital conocido como neoliberalismo.
Las ideas anidadas en los ‘Chicago Boys’ (e inspiradas en la Escuela austriaca y las nociones clásicas de libre mercado) desde mediados de siglo XX, fueron ejecutadas previa asesoría a la dictadura chilena, país que un par de décadas atrás había puesto en marcha un convenio de entre la Universidad Católica de Chile y su contraparte de Chicago. La política neoliberal fue puesta en marcha por primera vez en el mundo y sus efectos fueron devastadores: La tasa de desempleo, de 3.1 % antes del golpe militar, pasó a 25 % en un espacio de cuatro años. La inflación alcanzó un máximo histórico de 341 % en 1975 y el aumento estratosférico del precio del pan, el transporte y otros productos básicos, pulverizando la calidad de vida de la sociedad chilena. Tales recetas, aunadas a la privatización de empresas estatales y liberalización de la economía, marcaron el camino a seguir en Latinoamérica en lo sucesivo.
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