Había escuelas de gladiadores: Al hombre adinerado cuyo negocio se dedicaba a gladiadores, se le llamaba lanistae. Conforme el rito se convirtió en un gran espectáculo (primero aclamado por los patricios y las clases más altas de Roma y después por el público en general), las reglas se hicieron más justas con la intención de hacer del morbo y la sangre una atracción de ocio en el seno de la sociedad romana. Entonces surgió una especialización y los lanistas marchaban a comprar esclavos para sus "escuelas", donde eran instruidos forzosamente en las armas y desarrollaban su musculatura para servir a su amo.
Eran bien alimentados: Se trata de un principio lógico: un gladiador no podía dar la mejor pelea de su vida si no se mantenía en forma, bien alimentado y con las condiciones fisiológicas básicas satisfechas. Los lanistas se preocupaban por mantener a sus esclavos sanos y les obligaban a ejercitarse para después alimentarlos vigorosamente. Algunos de sus favoritos, aquellos que les dejaban mejores ganancias, podían recibir una mujer esclava para satisfacer sus necesidades carnales.
Existían gladiadoras: Aunque sus combates no eran tan comunes y celebrados como los de su contraparte masculina, la existencia de mujeres gladiadoras está comprobada a través de la evidencia histórica que muestra esculturas de mujeres armadas en posición de triunfo. Se trata de un rasgo de la etapa más tardía del circo romano, cuando la mayoría de gladiadores profesionales se encargaban de entretener al público en eventos multitudinarios.
Existían los gladiadores profesionales: Conforme los combates se popularizaron en todos los territorios conquistados por Roma, surgió un nuevo tipo de gladiador: los autoracti eran hombres libres que decidían dedicar su vida a esta práctica. A raíz de su influencia, las peleas entre gladiadores voluntarios se afianzaron como un gran espectáculo. El nivel de crueldad y la tasa de mortalidad dentro de la arena descendieron y a diferencia de los gladiadores esclavos, combatían pocas veces al año y no luchaban a muerte.
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