A todas —o casi todas— las personas les gusta viajar. Viajar es descubrir un mundo dentro de ti, por muy cursi que eso suene. Algunos planean cada detalle mientras que otros, plenamente convencidos de que un viaje improvisado es la mejor opción, simplemente se dejan llevar por el momento. En todo caso, si hay algo cierto es que no se trata de la sociedad, sino de ti, que necesitas un cambio de panorama para no estancarte. Si eres un viajero inteligente, seguramente encontrarás formas creativas de ahorrar para hacer un trayecto solo por primera vez. Pero de opciones está repleto el mundo, por lo que puedes darte por enterado: así como puedes viajar gratis por el mundo bebiendo ginebra, tienes la posibilidad de hacerlo como voluntario.
Sólo es cuestión de buscar el programa adecuado que se adapte a tus necesidades, ambiciones, estilo e intereses. Aunque suele ser considerablemente más barato que planificar una travesía con todas las de la ley en una agencia, las ventajas de viajar como voluntario son un toque extra. Aunque en muchos casos hay que pagar los boletos de avión, un seguro de vida y diversos gastos, la retribución es mucho más grande e importante. Por eso se resumen a continuación 6 razones para realizar un viaje como voluntario al menos una vez en tu vida.
Destaca en tu hoja de vida
Piénsalo en ambos sentidos. Tanto para tu CV como para ti, el hecho de haber viajado al extranjero para vivir una experiencia con personas de otra cultura, que hablan distinto, comen distinto y se visten distinto; el hecho de aceptar ir a lo desconocido, un lugar donde no sabes exactamente qué vas a encontrarte, indica que eres flexible, aventurero, abierto y capaz de adaptarte a situaciones nuevas y salir fortalecido, además de cumplir responsabilidades propias de tu desafío.
Te convierte en un auténtico viajero, no en otro turista del montón
Al hacer un voluntariado en otro país, el choque cultural es gigante, uno automáticamente pasa a formar parte de la familia y del grupo con el que colabora, es uno más de la tribu. No tiene las comodidades que puede tener un turista al elegir hotel, comidas, horarios y demás. Esta es una forma genial de conocer una cultura que no es la propia, es vivirla.
Agranda tu corazón y levanta tu autoestima
Viajar como voluntario permite aprender de genuinas experiencias, enfrentar a desafíos y desarrollar nuevas habilidades. Esta gratificación no se compara con nada y todo lo que hayas invertido en el viaje prontamente se olvida. Dedicarle tiempo a algo o alguien no se traduce inmediatamente como entregarse 100 %. Realmente esto se trata de un ida y vuelta, dar y recibir. Enseñas pero también aprendes. ¡Y mucho! En ese sentido te enriquece de muchas y diversas formas. Agranda tu corazón y levanta tu autoestima. Puedes postularte como ayudante en un albergue para niños, en una granja para cultivar y ayudar a la comunidad. En fin, las opciones son muchas.
Aprendes sobre un tema de tu interés
Si te encantan los niños o la gastronomía, si amas enseñar idiomas, si prefieres la agronomía, las computadoras o los animales, entonces puedes elegir el voluntariado que más te convenga. Nada te pone más en contexto que la circunstancia de estar presente en un ambiente en el que sabes que vas a aprender, porque de alguna forma tienes que hacerlo. Es importante también disfrutarlo, por eso elegir algo con lo que te sientas cómodo, que siempre te haya llamado la atención y tal vez cuentes con algo de experiencia y simplemente quieres empezar a ampliarla.
Tendrás amigos en otras partes del mundo
Sí, es un plus tener amigos en otro país, más allá del contacto por medio de redes sociales. Tener un amigo, un hermano postizo, unos padres adoptivos a miles de kilómetros de tu casa es saber que la distancia no existe, que siempre hay alguien para ti al otro lado del mundo y que la conexión no se perderá jamás. La experiencia de viajar como voluntario te abre una ventana y una sensibilidad que pocas veces puedes desarrollar de otra manera: los vínculos emocionales se tejen entre las fronteras, las diferencias y el tiempo.
Darás a conocer tu cultura
Cuando eres extranjero, lo quieras o no te conviertes en una especie de embajador. Un representante de tu país, de tu cultura y de tus experiencias en nombre de un lugar determinado. Seguramente encontrarás a muchas personas interesadas en saber cómo se vive en otras partes del mundo. La familia que te hospeda siempre está muy dispuesta al intercambio y a conocerte más para hacerte sentir bienvenido. En ese sentido, aunque a veces pueda ser un poco contradictorio visitar otro lugar para terminar hablando de tu origen, asumes un papel importante para ellos y para ti mismo: comparte tu cultura, tu idioma, las particularidades del lugar de dónde provienes. Estas interacciones, aunque te parezcan nimiedades, en realidad ayudan a hermanar pueblos, derrumbar prejuicios y demostrar que no importa lo que diga tu pasaporte, sino que eres una persona colaboradora y dispuesta a compartir tu vida con otras de manera caritativa y voluntaria.
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