En los diarios de Kafka, escritos durante más de diez años, se pueden recuperar pasajes hermosos que han marcado a varios generaciones de lectores sensibles.
En la historia de la literatura universal, un personaje al que podemos tomar como ejemplo de pudor y humildad es sin duda Franz Kafka (1883-1924). Un escritor prodigio que antes de morir, pidió a su amigo Max Brod que quemara toda su obra. Muchos podemos estar agradecidos por la deslealtad de Brod, que hizo caso omiso y nos reveló el mundo de un escritor magnífico con novelas, relatos e incluso diarios con un valor literario inolvidable.
El sentimentalismo trágico y lúcido de Kafka nos atrapa. Él decía: "yo soy la literatura"; y realmente lo era. Sin embargo, su vida fue menos que ideal. La vida del escritor checo se vio poblada hasta su muerte de traumas que lo llevaron a ser una persona desgraciada; incapaz de sobrellevar el peso de existir.
Pero esto no demerita en lo mínimo la obra de Kafka, ni las enseñanzas que nos pueden arrojar ciertos pasajes de sus textos. En el tema del amor, fundamento para toda inspiración, debemos leer y recordar las cartas que le escribió a sus Felice Bauer y Milena Jesenká. En ellas aprendemos, por ejemplo:
Nadie merece nada, pero tener la intención de querer a alguien parte de creer que lo merece todo.
Sólo dando podemos ser dignos de tan hermoso sentimiento.
A lo largo de los diarios de Kafka, escritos durante más de diez años, se pueden recuperar pasajes hermosos donde lanza aforismos que han marcado a varios generaciones de lectores sensibles. Sus palabras destrozan y dan aliento en momentos particulares de nuestra vida. Pareciera que todos buscamos un amor que no estamos dispuestos a dar, esto se ve reflejado en el poco número de relaciones exitosas y las filas interminables de casos de divorcio. Debemos buscar nuestra lucha y aprender a crear vínculos que nos hagan mejores.
Una persona enferma de desamor podrá encontrar luz en palabras como éstas:
Es muy probable que pierdas cada cosa que amas, pero al final,el amor volverá de una forma diferente.
El deseo constante de morir y el de seguir resistiendo, sólo eso es amor. En lugar de esta nada despreciable pérdida, ganarás a un hombre enfermo, débil, insociable, taciturno, triste, rígido, casi desprovisto de toda esperanza, cuya tal vez única virtud consiste en que te quiere.
Los diarios siempre son una forma de confrontarnos con nosotros mismos, por lo que es entendible que Kafka no quisiera que se revelaran y se conociera su sensibilidad y fragilidad. Pero a nosotros, sin duda, nos enriquecerá el espíritu y nos alentará a buscar la forma más honesta de querer. En momentos de soledad, es normal evitar el tema del amor; pero al leer sus cartas y diarios, la ilusión podría regresar al corazón.
Entender a Kafka significa comprender el desasosiego sentimental actual. Vivimos en una sociedad donde las relaciones de pareja se basan en la confrontación y no en la complementación. Nuestros días pasan como el viento, las ocupaciones son tantas que permanecemos en un constante estado de supervivencia en el que no somos dueños de nada y enamorarse es un milagro.
Sobrevivir a una ruptura amorosa es un similar a superar una adicción. Es necesario aceptar que existen diferentes emociones y se debe pasar por cada una para finalmente superarse y poder comenzar de nuevo. Las palabras en poesía son una excelente forma para llegar a ello. Ayudan a que te conozcas, te aceptes y sepas que otras personas han pasado por lo mismo y que tú también podrás tener una vida libre del recuerdo de esa persona que se fue y no volverá.
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