Los actos violentos, además, han provocado el desplazamiento de millones de pobladores de Kasai.
Poco
a poco la desnudaron ante la mirada de miles de personas. Su cuerpo
quedó al descubierto y el brillo que su piel de obsidiana emanaba estaba
a punto de ser opacado por una violación a manos de su propio hijastro.
Desde
agosto del 2016, la República del Congo es territorio sin ley. En
Kasai, por ejemplo, la violencia impera en la región desde el asesinato
del líder tribal Kamuina Nsapu y de la respuesta que hubo ante ese acto,
donde mataron a todos los colaboradores del estado, lo que desató
desplazamientos y masacres que muy pocos se atreven a contar.
La violencia desplaza a los habitantes de Kasai. (Foto: UN Org)
Hay
algunos que sobrevivieron y ahora que quieren contar la historia, con
la esperanza de que cada vez que lo hagan se olviden las muertes y los
desplazamientos ejecutados con brutalidad por parte del ejército local.
Pero ahora Kasai huele a muerte, huele a miedo, huele a hambre.
El
contexto político de Kasai no es sencillo. Durante el mes de abril del
2016, la milicia local de Kamuina Nsapu se enfrenta con tropas
gubernamentales y es justo en Kasai en donde se han encontrado más de 80
fosas comunes. Tan sólo en ese período, la Agencia de la ONU para los
refugiados (Acnur, por sus siglas en inglés), registra cerca de millón y
medio de desplazados, de los cuales 850 mil son niños.
Muchos de los desplazados tienen que salir huyendo de la violencia. (Foto: BBC)
Después
del asesinato de Kamuina Nsapu, los pobladores decidieron nombrar así a
su tribu y combatir lo más que pudieran contra el ejército por no ser
desplazados, pero la violencia con la que las autoridades los repliegan
los ha rebasado.
«Los
militares capturaban personas y las arrojaban al río», declararon los
testigos a BBC. La gente comenzó a huir y esconderse. «Los seguían, los
mataban y los tiraban al agua», indicaron otros más que pidieron el
anonimato porque ya habían sobrevivido a la primera masacre en la
República del Congo.
Las decapitaciones también alcanzaron a muchos niños de Kasai. (Foto: UN org)
«Vi
a personas con machetes, pistolas y palos. Estaban decapitando
personas, cortando brazos y piernas, rajando vientres. Tuve que trepar
sobre cadáveres para huir», declaró otro de los sobrevivientes a una de
las más crueles matanzas de las que no se habla en el Congo.
Las
decapitaciones, reporta la BBC, suceden casi diariamente. Un activista
que laboraba en el registro de votantes para las elecciones del 2018,
era visto más como un representante del Estado y él, junto con su yerno
(un ingeniero que mantenía carreteras para el gobierno), fueron
decapitados.
El hambre y la desnutrición también está matando a los más indefensos. (Foto: BBC)
Los
miembros de la milicia no soportaron mucho. Miles de ellos caminaban
con armas caseras y otros más cargaban con amuletos que pensaban los
protegerían de las balas. Incluso a aquellos que eran civiles que no
pertenecían a Kamuina, los asesinaban en las calles.
No
hay manera de detener la violencia. Las imágenes que son parte del
espectro que hoy conforma Kasai son únicamente de violaciones, de
decapitaciones, de abusos. No hay forma de que, incluso la ONU, pueda
hacer algo por una comunidad en la que la pérdida de vidas se volvió
cada vez más común.
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