La venta de mujeres en China se debe a la política del hijo único que provocó la disminución de la población femenina.
Son vendidas como novias. Sus cuerpos se trafican como si fueran cualquier cosa y siempre se otorgan al mejor postor. El que ofrezca más, se la lleva. Las mujeres norcoreanas que buscan en China una oportunidad de vida, terminan siendo vendidas pues la “demanda” va en aumento desde que la política de un solo hijo en Beijing disminuyó de manera dramática la población femenina.
Al vivir de manera ilegal en China, estas mujeres viven con la idea de que, al ser descubiertas por la policía, enfrenten el peligroso régimen judicial de Corea del Norte que implicaría tortura y, además, la posibilidad de no volver a ver jamás a sus familiares, a quienes siguen manteniendo a la distancia.
Las norcoreanas en China temen lo que les pueda pasar cuando sea descubierta su identidad.
Una de esas miles de mujeres que temen ser identificadas se entrevistó con la agencia de noticias AP, para dar cuenta de su vida desde el momento en que fue vendida a un hombre chino discapacitado por 2 mil 100 dólares. Ella nunca volvió a ver a sus hijos y, desde hace once años, decidió no volver a Corea del Norte por miedo a la autoridad en la figura de Kim Jong-un.
«Cuando llegué aquí por primera vez, me pasaba todo el día bebiendo porque me preocupaba mucho por mis hijos en Corea del Norte», contó la mujer a la agencia noticiosa. Muchas de esas mujeres que son vendidas a hombres chinos se enamoran de aquellos que previamente las compraron. Otras más, son ridiculizadas enfrente de la gente si no aceptan su condición.
Hay mujeres que después de muchos años, aprenden a vivir con quienes las compraron.
La resignación es parte de la vida de la mayoría de estas mujeres que siguen siendo presas del tráfico humano en China, debido a la falta de féminas entre la población. Para ellas, los primeros años son los más difíciles, sobre todo porque deben hacerse a la idea de que no volverán a ver, probablemente, a sus familias.
«Vivo aquí por mi familia... y porque me siento agradecida a mi marido», contó la norcoreana que vive desde hace once años con el hombre que la compró, con quien, incluso, tiene una hija, a la que estuvo alguna vez tentada a abandonar. Su esposo, quien fue también entrevistado por AP, indicó que hubiera querido para ella un futuro mejor.
«Me sentí muy, muy bien cuando la conocí por primera vez», dijo el hombre quien sufre de poliomielitis. «Soy un hombre discapacitado y pensé que era injusto para ella. Podría haber conocido a un marido mejor».
Quizá después de muchos años, muchos de los sentimientos que primero fueron rabia e impotencia, se fueron convirtiendo en unos menos agresivos, llegando incluso a convertirse en amor. Dicen ambos que los años de convivencia y de buen trato del uno hacia el otro también tienen que ver en cómo los sentimientos se modifican con el paso del tiempo.
Son vendidas como novias. Sus cuerpos se trafican como si fueran cualquier cosa y siempre se otorgan al mejor postor. El que ofrezca más, se la lleva. Las mujeres norcoreanas que buscan en China una oportunidad de vida, terminan siendo vendidas pues la “demanda” va en aumento desde que la política de un solo hijo en Beijing disminuyó de manera dramática la población femenina.
Al vivir de manera ilegal en China, estas mujeres viven con la idea de que, al ser descubiertas por la policía, enfrenten el peligroso régimen judicial de Corea del Norte que implicaría tortura y, además, la posibilidad de no volver a ver jamás a sus familiares, a quienes siguen manteniendo a la distancia.
Las norcoreanas en China temen lo que les pueda pasar cuando sea descubierta su identidad.
Una de esas miles de mujeres que temen ser identificadas se entrevistó con la agencia de noticias AP, para dar cuenta de su vida desde el momento en que fue vendida a un hombre chino discapacitado por 2 mil 100 dólares. Ella nunca volvió a ver a sus hijos y, desde hace once años, decidió no volver a Corea del Norte por miedo a la autoridad en la figura de Kim Jong-un.
«Cuando llegué aquí por primera vez, me pasaba todo el día bebiendo porque me preocupaba mucho por mis hijos en Corea del Norte», contó la mujer a la agencia noticiosa. Muchas de esas mujeres que son vendidas a hombres chinos se enamoran de aquellos que previamente las compraron. Otras más, son ridiculizadas enfrente de la gente si no aceptan su condición.
Hay mujeres que después de muchos años, aprenden a vivir con quienes las compraron.
La resignación es parte de la vida de la mayoría de estas mujeres que siguen siendo presas del tráfico humano en China, debido a la falta de féminas entre la población. Para ellas, los primeros años son los más difíciles, sobre todo porque deben hacerse a la idea de que no volverán a ver, probablemente, a sus familias.
«Vivo aquí por mi familia... y porque me siento agradecida a mi marido», contó la norcoreana que vive desde hace once años con el hombre que la compró, con quien, incluso, tiene una hija, a la que estuvo alguna vez tentada a abandonar. Su esposo, quien fue también entrevistado por AP, indicó que hubiera querido para ella un futuro mejor.
«Me sentí muy, muy bien cuando la conocí por primera vez», dijo el hombre quien sufre de poliomielitis. «Soy un hombre discapacitado y pensé que era injusto para ella. Podría haber conocido a un marido mejor».
Quizá después de muchos años, muchos de los sentimientos que primero fueron rabia e impotencia, se fueron convirtiendo en unos menos agresivos, llegando incluso a convertirse en amor. Dicen ambos que los años de convivencia y de buen trato del uno hacia el otro también tienen que ver en cómo los sentimientos se modifican con el paso del tiempo.
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