Está prohibido fumar en las calles por el riesgo de quemar a alguien (solo puede hacerse parado y en torno a puntos marcados, en los que hay ceniceros). Sin embargo, se puede fumar en bares y restaurantes.
La industria del sexo es muy potente en Japón. Esto ha dado lugar a los Muryō Annai Sho (literalmente, lugares de información gratuita), empresas que informan y gestionan sobre el ocio nocturno, desde la picardía más banal hasta el sexo duro. Puede ser la contratación de un hosto o hostess (hombre o mujer de compañía para hablar, vestir según tus fantasías o para salir a cenar acompañado /a, todo muy naïf y sin sexo o tocamientos) hasta el paseo de un hombre adulto con una adolescente vestida de colegiala o sexo en sus diversos grados legales (en Japón el sexo por dinero solo es ilegal si hay penetración).
En una ciudad como Tokio, de 13 millones de habitantes (36 si contamos el área metropolitana), la gente deja las bicicletas en la calle por la noche sin cadena, a lo sumo con un sencillo bloqueador de rueda (sí, de esos que se abren con un soplido). A la mañana siguiente, la bicicleta está en el mismo sitio donde la dejó su dueño.
En Japón nunca se tutea a alguien mayor que tú o con más experiencia, sobre todo en empresas, clubes deportivos y asociaciones que conlleven una jerarquía.
Pese a ser potencia económica y un país altamente tecnológico, el pago con tarjeta de crédito no está tan extendido como cabría esperar. En muchas tiendas, restaurantes y lugares de ocio te encontrarás con que la única forma de pago es en efectivo.
El porcentaje de suicidios es muy elevado (el noveno más alto del mundo). Y buena parte de los suicidas eligen el metro o el tren para llevar a cabo su último acto. Es una de las escasas razones por las que se puede colapsar el sistema de transporte público y que la gente llegue ese día tarde al trabajo. En teoría, la compañía ferroviaria puede exigir a la familia del suicida los costes generados por la interrupción del servicio.
La palabra mágica para un japonés es “onsen”. Se trata de baños de agua muy caliente -con todo el ritual que conlleva- que los japoneses toman a diario. Los hay en todos los ryokan (alojamientos tradicionales) así como en la mayoría de hoteles convencionales y en muchos lugares públicos. Son gratuitos o con un coste ínfimo. Tomar uno por la noche antes de acostarse es la mejor manera de finalizar un maravilloso día de viaje por Japón.
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