Big Ben: A pesar de asociarlo normalmente a la torre de 96 m llamada Elizabeth Tower, el nombre Big Ben corresponde en realidad a la campana que encierra la misma. Adosada al Parlamento y la Abadía de Westminster, el monumento más representativo de Londres, construido en 1856 (época victoriana) nos hace pensar en el ambiente lúgubre y elegante de las aventuras de Sherlock Holmes o James Bond. El mayor símbolo de Reino Unido junto los autobuses rojos que normalmente circulan alrededor del ajetreado centro de la ciudad, no lejos de Trafalgar Square y Oxford Street, contiene un reloj de 7 metros de diámetro que soporta todas las inclemencias meteorológicas y despertador oficial de la televisiva BBC.
Sagrada Familia : Uno de los monumentos españoles con mayor proyección es la Sagrada Familia en Barcelona, obra del famoso arquitecto Antonio Gaudí quien inauguró su construcción en 1882 aunque aún no podemos hablar de una fecha de finalización, quizás ahí resida el misterio de esta basílica de simbología y arquitectura tan singular. Copada de varios pináculos alberga en su interior el Templo Expiatorio, el cual no incluye demasiados elementos a visitar debido a su estado aún en obras. La belleza del monumento reside en su exterior, sus ornamentaciones y "acertijos" grabados como el bloque de números cuya suma total es el número 33: ¿edad de Jesucristo o número oficial de la masonería a la que pertenecía Gaudí?
Torre Eiffel: Probablemente el monumento más idealizado y romántico del mundo sea la construcción de Gustavo Eiffel inaugurada con escaso interés en 1889 con motivo de la Exposición Universal en París. Los artistas, la literatura y especialmente el cine la han convertido en el símbolo que es hoy en día. El símbolo de Francia se encuentra sobre los Champs de Mars junto al río Sena, mide 330 metros y tiene 3 plantas con mirador y restaurantes en los que hacer realidad la fantasía de todo enamorado: tomar champagne en la Torre Eiffel mientras suena la música de un acordeón y los barcos recorren el río. La vie en rose.
Coliseo: Roma es una ciudad cargada de historia y monumentos, de hecho es considerada como ciudad de las iglesias. Sin embargo el Coliseo siempre ha sido y es la mayor atracción de la capital italiana, precedida por la Vía del Fori Imperiali y rodeada de interesantes yacimientos arqueológicos. Concebido como anfiteatro en el año 80 d.C., en plena época del Imperio Romano, las ruinas interiores aún reúnen el espíritu de aquellas luchas de gladiadores. Visitado anualmente por 6 millones de personas, el Coliseo y considerada Maravilla del Mundo Moderno en 2007, es símbolo de la historia de Roma, desde las intrigas históricas de sus emperadores hasta los desfiles de Mussolini.
Acrópolis de Atenas: El acrópolis era concebida como ciudad alta de la Antigua Grecia, siempre en la cima de una montaña y frecuentada por filósofos y otras personalidades de tan gloriosa época entre sus templos dedicados a los dioses, centros de oración y palacios reales. El más famoso de todos ellos es el de Atenas. Situada a 156 m sobre el resto de la ciudad, los primeros datos provienen del 2° milenio a.C. cuando comenzó siendo fortaleza de los palacios reales. Hoy día las ruinas son un deleite para todo aquel turista interesado en una de las épocas doradas de la historia, la base de la civilización mediterránea y Patrimonio de la Unesco.
Estatua de la Libertad: Para los miles de inmigrantes (en su mayoría durante el siglo XX), la Estatua de la Libertad que precede la isla de Manhattan en Nueva York era el símbolo del triunfo del sueño americano. Actualmente sigue siendo el mayor referente de la ciudad estadounidense, esta vez sin las famosas Torres Gemelas a sus espaldas. Inaugurada en 1886 como regalo por parte de los franceses debido al centenario de la Guerra de Independencia Americana, la famosa mujer esculpida de 46 m alberga un mirador desde su corona para el que es recomendable comprar los tickets con antelación. Si acudes un 4 de julio la experiencia está más que asegurada.
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